Reconocemos nuestras emociones cuando se hacen sentir en nuestras mentes conscientes, bien las recibamos o no. Inicialmente, las emociones no evolucionaron como sentimientos conscientes sino como especializaciones conductuales y fisiológicas—respuestas físicas controladas por el cerebro que ayudaron a los organismos antiguos a sobrevivir en entornos hostiles y reproducirse.
A pesar del progreso significativo en la definición de las emociones, la psicología aún explora si reacciones específicas están vinculadas a emociones particulares, como si los escalofríos son exclusivamente una reacción al miedo.
La mayoría de los expertos concuerda en categorizar las emociones humanas en tipos primarios (evolutivos) y secundarios. Según el renombrado psicólogo Theodore Ribot, el núcleo de nuestra personalidad alberga los orígenes de la gran trinidad afectiva de miedo, ira y deseo. Estos son los tres instintos que surgen directamente de la vida orgánica: los instintos defensivo, ofensivo y nutritivo.
Desde esta base, se retuvieron el miedo y la ira, y se añadieron la alegría y la tristeza, compartidas también por los mamíferos superiores.
En un estudio reciente, se descubrió que aproximadamente el 60% de las personas identifican el miedo como la emoción primaria más fácilmente reconocible en sus vidas diarias. Además, el 45% de los encuestados informaron que experimentan ira al menos una vez a la semana, mientras que el deseo se percibe como una emoción constante para el 70% de las personas. Estas estadísticas subrayan la prevalencia y la importancia de las emociones primarias en la experiencia humana. Curiosamente, el 80% de los expertos en psicología creen que una comprensión adecuada de estas emociones puede mejorar significativamente el bienestar mental y emocional a largo plazo.
Emocoones Primarias
Esto forma un conjunto de cuatro emociones primarias, cada una con variadas expresiones:
- Ira: incluye sentimientos como rabia, molestia, irritación, resentimiento, hostilidad y odio.
- Alegría: abarca la felicidad, alivio, deleite, éxtasis, orgullo y euforia.
- Miedo: cubre la ansiedad, desconfianza, fobia, nerviosismo, terror y pánico.
- Tristeza: involucra el duelo, autocompasión, melancolía, desesperación, soledad y nostalgia.
En su obra «La expresión de las emociones en el hombre y los animales,» Charles Darwin argumentó que muchos actos de expresión son innatos o heredados, no aprendidos. Notó la similitud de expresiones dentro y entre especies y se impresionó particularmente por la naturaleza universal de las expresiones faciales humanas durante las emociones, independientemente de los orígenes étnicos o culturales. También observó estas expresiones en individuos nacidos ciegos y en niños pequeños, que no han tenido tiempo de aprender estos movimientos musculares por imitación.
Las emociones primarias suelen manifestarse con signos físicos evidentes. Cuando estás deprimido, tu cuerpo puede retraerse, mientras que la felicidad puede energizarte para comprometerte y actuar positivamente. Se activan músculos específicos para apoyar determinadas acciones, y tu cerebro envía señales a las glándulas endocrinas y al sistema nervioso autónomo.
Emociones Secundarias
Hoy en día, muchos autores identifican ocho emociones básicas, de las cuales cuatro son primarias y el resto secundarias. Las emociones secundarias y sus variaciones incluyen:
- Amor: aceptación, adoración, amabilidad, devoción y amor altruista.
- Sorpresa: asombro, maravilla y conmoción.
- Vergüenza: arrepentimiento, humillación, culpa y bochorno.
- Asco: repulsión, desdén, desprecio y aborrecimiento.
Algunos teóricos argumentan que las emociones secundarias resultan de combinaciones o mezclas de emociones más básicas. Por ejemplo, la ansiedad podría verse como una mezcla de miedo con culpa, interés o vergüenza. Robert Plutchik sugirió un modelo similar a una rueda de colores para las emociones, donde mezclar colores emocionales básicos crea otros.
El amor es una diada primaria que nace de la combinación de emociones básicas como la alegría y la aceptación. Por otro lado, la culpa es una diada secundaria que surge de la alegría y el miedo, separadas por la aceptación. Cuanto más distantes están dos emociones básicas, menos probable es que se mezclen de manera armónica, lo que puede generar un conflicto emocional.
Tanto las emociones primarias como las secundarias rara vez se manifiestan de forma aislada; suelen ser combinaciones de distintas familias emocionales básicas. Por ejemplo, los celos pueden incluir una mezcla de ira, tristeza y miedo.
Finalmente, otra categoría abarca los sentimientos personales como la autoestima, la vanidad y el narcisismo, en contraste con la empatía, el amor o la compasión. Estas respuestas emocionales matizadas enriquecen aún más nuestro complejo paisaje psicológico.