CÓMO TRATAR CON
PERSONAS DIFÍCILES
Guía
Práctica Basada en las Investigaciones de Ursula Marka
Volver
al Indice de este Curso
TIPOS DE CONDUCTA
La mayoría de las personas
con las que se relaciona, ya sea en el trabajo o en su vida privada,
manifestarán uno de estos tres tipos de conducta generales: serán
(principalmente) agresivas, pasivas o asertivas. Si quiere
relacionarse adecuadamente con la gente, ha de ser capaz de reconocer
estos estilos de conducta y conocer los métodos para minimizar su
efecto negativo. Una parte importante de este proceso es asegurarse
de que usted se encuentra en la categoría de los «asertivos».
Vamos a ver los tres tipos
básicos y cómo podemos reconocerlos al instante.
LA
PERSONA AGRESIVA
La persona agresiva es la
que intimida verbalmente que tan sólo se preocupa de satisfacer sus
necesidades y que frecuentemente hiere a los demás.
Este tipo de persona
disfruta del poder y cree que puede hacer que la gente corra para
cumplir sus órdenes, pero ese goce no suele durarles mucho. Puede
que no lo admita nunca, pero en el fondo sabe que se está aprovechando
de quienes son más débiles o están en una posición en la que nada
pueden hacer; por ejemplo, un jefe que es agresivo con un empleado
nuevo y que no puede replicar porque se arriesga a perder su trabajo.
Convencida de que es la
única que puede tener razón en cualquier situación y que lo único que
importa son sus necesidades, la persona agresiva re cuerda a los demás
continuamente lo inteligente, fuerte o importante que es. De igual
modo que la intimidación física suele ocultar una naturaleza cobarde,
este tipo de alarde a menudo enmascara sentimientos de inferioridad o
de inseguridad. Además de convencer a otros de su superioridad,
también intenta por todos los medios convencerse a sí misma.
Con frecuencia, descubrirá
que la persona agresiva es una persona solitaria. Su conducta
tiende a alejar a los demás, tanto en los negocios como en la vida
privada. Puesto que siempre ha de estar reafirmándose a sí misma y
demostrando a quienes le rodean que es la mejor, la más inteligente y
la más interesan te, es tremendamente crítica con quienes tiene a su
alcance.
Pensar que todo lo que va mal es culpa de otro es una gran forma de
potenciar su ego, pero no la hace muy popular. Aunque pueda sentir una
gran necesidad de tener amigos, lo más probable es que no lo admita: a
los amigos se les ha de tratar como a iguales y es difícil que
reconozca que alguien más me rece ese trato.
Este tipo de personas
suelen tener mucha energía y vitalidad. Si pudieran aprender a
utilizarla de un modo positivo todo iría bien. Por desgracia,
suelen hacer uso de ella de forma destructiva. Algunas personas
confunden la agresividad con la fuerza y creen que si dan muestras de
algún otro tipo de conducta les tomarán por blandengues o que darán la
impresión de no saber lo que quieren.
Cuando la agresión alcanza
límites extremos se con vierte en violencia (agresión física). Aquí
nos dedicaremos sólo a la agresión verbal, que es la más común.
La persona agresiva no
sólo no se gusta a sí misma, sino que produce un efecto negativo en
aquellos que la rodean. El hecho de saber que les están tratando
injustamente, puede hacer que se sientan furiosos o frustrados, cosa
que supone una considerable dosis de estrés y tensión para la víctima
del agresor.
Aunque los que están en la
línea de fuego sepan muy bien que las acusaciones y comentarios de su
agresor son injustos y que están fuera de lugar, no podrán evitar
sentirse heridos e incluso humillados por ello. A nadie le gusta
parecer estúpido o que le corrijan delante de otros y, claro está,
esto es lo que hace la persona agresiva. Su sentido del poder
aumenta si hay mucha gente viendo cómo ejercer su autoridad y no a
otro ser «inferior».
Puesto que pensar en un
acontecimiento suele provocar más estrés que el hecho en sí, quienes
han de relacionarse con una persona agresiva puede que tengan la
sensación de vivir siempre a la espera de que estalle en cualquier
momento. En el mejor de los casos, esto puede provocarles ansiedad o
inhibición; en el peor, puede conducir a un exceso de estrés que a su
vez puede desembocar en una enfermedad psíquica o física, Por
supuesto, al agresor le gusta que todos estén esperando a que caiga el
próximo chaparrón. Eso da más poder y autoridad.
Teniendo todo esto en
cuenta no es de extrañar que todo aquel que pueda se aleje de dicha
persona a la menor posibilidad. Esto aumenta su sentimiento de soledad
y de ser «diferente» o «especial», y provoca que actúe con mayor
agresividad. Es un círculo vicioso.
Cualquiera que se relacione
habitualmente con un agresor no tendrá dificultades en reconocer a
este tipo de persona a simple vista; no obstante, hay algunas «pistas»
en su lenguaje corporal y verbal que le harán delatarse
inmediatamente, incluso ante un extraño.
Lenguaje
verbal: la persona agresiva dirá cosas como...
. Mejor que...
. No puedes hacer nada...
. Has de.
. Haz lo que te he dicho.
. Quiero que...
. ¡Empieza ya!
Lenguaje
corporal
. Está de pie quieto.
. Tiene una postura rígida.
. Cruza los brazos.
. Grita.
. Señala con el dedo
. Toca clavando un dedo.
. Golpea su mesa de
despacho.
LA
PERSONA PASIVA
|