LOS QUE TIENEN PREJUICIOS CONTRA USTED
Todavía
hay personas que buscan cualquier razón para estar resentidas contra las
figuras de autoridad. Antes de que usted se tome esta situación como algo
personal, observe si tienen esa misma actitud hacia cualquier otro que
ocupe un cargo similar al suyo.
¿Por
qué?
.
Quizás estas personas han crecido con prejuicios negativos relacionados
con el sexo, la raza, la edad, etc. Los prejuicios raciales se pueden
manifestar de dos formas: alguien que pertenece a una mino ría étnica
puede creer que le han pasado por alto in justamente en una promoción,
mientras que otro que tenga una visión fanática estará resentido al ver
que una persona de un grupo minoritario está por encima de él, Del mismo
modo, no son sólo los hombres a quienes les desagrada la idea de que su
supervisor sea una mujer; también hay mujeres que se aferran al viejo
concepto de que los hombres son los que han de estar al mando.
.
Un hombre o una mujer mayor pueden estar re sentidos por recibir órdenes
de un directivo bastante más joven que ellos.
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Si ha recibido un ascenso dentro de su grupo, alguno de sus compañeros
puede creer que él era más adecuado para ese puesto.
¿Qué
se puede hacer?
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Hable con esa persona en privado y pídale que le explique su actitud y,
si es personal, que le aclare los motivos. Este puede ser un buen
ejercicio ya que, i si es nuevo en el puesto, puede dar una impresión muy
distinta de la que usted pretende. Si la otra persona no puede darle una
razón válida, tendrá que ponerle entre la espada y la pared, de modo
que no pueda seguir comportándose de esa manera en el futuro sin ser muy
consciente de su actitud y conducta.
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Si existe algún prejuicio, intente averiguar cuál es. Por ejemplo, en
una compañía estuve investigando el caso de un hombre al que no le
agradaba que hubieran puesto a una mujer como encargada del equipo. Sentía
que si ella le alababa era porque estaba sien do condescendiente, pero
también se molestaba si no reconocía sus habilidades. Sólo cuando ella
habló personalmente con él, el hombre se dio cuenta de que la estaba
poniendo en una situación muy difícil, en la que era imposible que le
reconociera que hacía algo bien.
LOS QUE COMETEN ERRORES
HABITUALMENTE