CÓMO TRATAR CON
PERSONAS DIFÍCILES
Guía
Práctica Basada en las Investigaciones de Ursula Marka
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LA AGRESIÓN VERBAL
A pesar de que solemos
pensar en la agresividad como sinónimo de gritar o de dar muestras de
mal carácter, en realidad son muchas las formas de agresión verbal que
las personas con puestos de autoridad emplean para conseguir sus
metas.
EL SARCASMO
No es por nada que al
sarcasmo se le denomine la «forma más baja de ingenio». Está
pensado para menospreciar y herir al receptor, por lo general delante
de los demás, de modo que la opinión del agresor quede reforzada por
la risa o apreciación a veces embarazosa, de los demás. Hasta cierto
punto, los que escuchan algún comentario sarcástico dirigido hacia
algún colega y se unen a las risas, también están sien do agresivos,
aunque en parte la razón sea el alivio de no ser ellos mismos las
víctimas.
El sarcasmo es agresivo
porque se utiliza para hacer que otra persona acate la disciplina y
haga lo que desea el agresor. Sólo la persona insegura interior
mente utilizará el sarcasmo con este fin; cualquiera que se respete a
sí mismo y a los demás no necesita descender a ese nivel. Al igual que
el matón no es más que un cobarde lleno de inseguridad, también lo es
la persona que siempre trata de salirse con la suya a través del
sarcasmo. Del mismo modo, cuanto más responda y reaccione la
desafortunada víctima, más persistirá el tormento. Hay dos formas de
actuar frente al sarcasmo:
1. No hacer nada. No
reaccionar de ninguna manera. Sencillamente seguir sentado y continuar
con lo que estaba haciendo. Esto confundirá a la persona sarcástica,
que está esperando una reacción del otro, ya sea que se moleste, se
enoje, se ponga a llorar o se deprima. Cuando las cosas no van de ese
modo no sabe realmente qué hacer. Desgraciadamente, esto no cambiará
su forma de ser -sólo sabe actuar de ese modo-, pero le parará los
pies y dirigirá su sarcasmo hacia otro sitio.
2. Si cree que no puede
permanecer indiferente o que prefiere responder al sarcasmo, sea
asertivo y exprese cómo se siente. Por ejemplo: «Ha sido un
comentario sarcástico, ¿por qué lo has hecho?», o «Tu sarcasmo
me hace mucho daño, ¿era eso lo que pretendías?».
Si, como es probable, la
persona agresiva sabe muy bien que su sarcasmo hiere, con esta
respuesta le cogerá por sorpresa y no sabrá qué decir.
Puede que empiece
a soltar bravatas o que intente excusarse. De
este
modo, se estará poniendo en evidencia delante de los demás, que es
lo último que desea, se dará cuenta de que usted controla la situación
y pondrá fin a esa actitud.
Supongamos por un momento
que concedemos a la persona sarcástica el beneficio de la duda y que
su ponemos que no se da cuenta del daño que hace con sus llamadas
ocurrencias. En tal caso, sus comentarios llamarán su atención sobre
este hecho y le ayudarán a ir con más cuidado en el futuro a la hora
de elegir sus palabras.
LAS
CRÍTICAS
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