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CÓMO TRATAR CON 
PERSONAS DIFÍCILES

Guía Práctica Basada en las Investigaciones de Ursula Marka

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EL SILENCIO

No querer hablar de asuntos importantes o incluso negarse a hablar, se puede considerar una conducta agresiva Evidentemente el silencio no hace bien a nadie, si hay un problema, el silencio no lo va a resol ver; si hay una atmósfera tensa, el silencio no la va a suavizar. No sólo eso, el silencio destruye cualquier sentimiento de grupo (o de familia), a veces incluso para siempre. Las personas que se enfurruñan o que evitan cualquier tipo de discusión, rara vez actúan de este modo esporádicamente; suele ser su patrón de conducta habitual, a menos que decidan hacer un deliberado esfuerzo para cambiarlo.

Por consiguiente, es probable que el ambiente en la oficina, en el hogar o en cualquier otro lugar sea tenso e incómodo. Si se trata de una situación laboral, puede conducir a que los compañeros soliciten traslados o que incluso lleguen a cambiar de trabajo; en el hogar puede conducir a malentendidos y a la destrucción de todo sentimiento familiar auténtico.

Con frecuencia, cuando estos agresores silenciosos acaban hablando es para dirigirse a los demás con brusquedad. Esta conducta es un signo de inseguridad, que no siempre está justificada. Puede que teman que se cuestione su autoridad o que alguien quiera ocupar su puesto; puede que sientan que han llegado hasta donde están fingiendo y que algún día alguien descubrirá lo poco que realmente saben. Esto en modo alguno excusa su comportamiento, pero quizá lo explica un poco.

Si su actitud es la misma hacia todos los compañeros de trabajo o hacia todos los familiares, es importante que no se lo tome como algo personal. Si lo hace, lo más probable es que en el futuro usted llegue a infravalorarse y que baje su autoestima. No obstan te, sigue siendo importante tratar el asunto y dirigir- se a la persona agresiva de una forma asertiva comunicándole cómo hace sentirse a los demás con su conducta.

A veces, dicho comportamiento se manifiesta sólo hacia una persona y el resto del grupo es tratado con igualdad. Si usted es la persona en cuestión, por su propia paz mental ha de dar los pasos necesarios lo antes posible para conocer cuál es la causa, (También, como sucede algunas veces, si es padre y ve que la táctica del agresor está siendo dirigida hacia uno de sus hijos que es demasiado joven para hablar por sí mismo, ha de hablar en su nombre.)

No se dirija al agresor con una actitud beligerante, busque un momento tranquilo y pregúntele si se ha dado cuenta de que con usted se comporta de forma distinta respecto a como lo hace con los demás. Si necesario, siga hablando y manifieste de qué modo actitud hacia usted es diferente. Por muy herido que se sienta, intente evitar las acusaciones, cíñase a los hechos. Pregúntele si ha hecho algo que justifique conducta respecto a usted; si no sabe lo que se supone que ha hecho, ¿cómo va a cambiar?

Es muy probable que la charla no resulte fácil, puesto que a una persona que utiliza el silencio como arma le costará explicar sus sentimientos. No obstante, ha de insistir. Una vez le haya hecho una pregunta, no caiga en la tentación de seguir hablando, deje que se produzca una larga pausa que al final tendrá que romper. Guarde la calma y sea asertivo en todo momento. Al final, es posible que se enfrente a uno de estos tres tipos de reacciones:

1. Puede que tenga una razón (en parte o total mente) justificada; quizá piensa que usted ha dicho sigo a sus espaldas o que no está trabajando como debiera Si ese es el caso, puede hacer frente a la situación explicando la verdad (o disculpándose si hay alguna razón para ello). En ese caso, puede decir que cree que esto pondrá fin a la situación y que espera que de ahora en adelante le trate corno a todos los demás. También le puede decir que si en el futuro vuelve a producirse algo que le molesta, se lo comunique en vez de excluirle del grupo no dirigiéndole la palabra.

2. Es posible que durante mucho tiempo haya estado callándose alguna queja contra usted, debido a un malentendido en una situación anterior. A lo mejor, ha habido algo en su actitud que él ha interpreta do erróneamente y, debido a su tendencia a la inseguridad, ha hecho todo lo posible para excluirle de su vida a fin de no sentirse amenazado.

3. Puede que no exista una razón real para su conducta, salvo el mero hecho de que siempre necesita tener una víctima con quien descargarse, que usted no le caiga bien o que crea que él no le cae bien a usted. Lo cierto es que nadie puede afirmar sincera mente que le gustan todas las personas con las que ha de relacionarse.
 

En cualquiera de estos casos, es probable que vacile, niegue su conducta o rechace hablar del tema. Si ésta es la reacción a la que se está enfrentando, ha de seguir hablando. Explíquele que su conducta le hiere, especialmente porque no parece haber justificación para ella, y que no puede decirle lo que ha hecho mal. Dígale que incluso, aunque sienta que no hay mucha comunicación entre ustedes, todo el mundo merece la misma cortesía.

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