VOLVER A CASARSE
Cuando
usted se vuelve a casar, está influido, desde el primer momento, por
las experiencias de su matrimonio anterior. Comienza la nueva relación
con una cierta predisposición, ciertos temores, expectativas o
resoluciones. Si se ha divorciado (más que enviudado), por lo
general, su actitud ha de ser un tanto negativa, porque el primer matrimonio ha sido un fracaso. Al mismo
tiempo, tiene esperanzas y está resuelto a que esta nueva relación
funcione ; a conseguir que, esta vez, las cosas salgan mejor.
Inmediatamente, se produce una tensión, con el nuevo casamiento y,
como todas las tensiones, tiene aspectos negativos y positivos.
Hasta
el momento hemos hablado sobre los ajustes emocionales y prácticos
que deben hacer las personas que se casan por primera vez y que crían
hijos juntos. Si considera las complejidades inherentes a tal situación
y añade las experiencias maritales previas y las complicaciones de
las relaciones con ex maridos y ex esposas, ex suegros, hijo(s) de uno
o ambos matrimonios anteriores, que pueden o no estar viviendo todo el
tiempo con la nueva pareja, los hijos del actual matrimonio, el pago
de la pensión alimentaria, manutención de los hijos y los derechos
de visita, comenzará a comprender algunas de las diferencias del
segundo matrimonio con respecto al primero.
Realizar
un segundo matrimonio supone, esencialmente, una oportunidad para
crear el núcleo de una nueva unidad familiar, que puede ser
afirmativa y proveer muchas de las cosas que faltaban en la primer unión.
Si
se desea que el nuevo matrimonio se asiente sobre una base sólida y
real se impone no evitar los temas conflictivos. Los problemas,
especialmente los importantes o más sensibles, necesitan ser
discutidos. Sobre todo, es importante tratar este matrimonio tal como
es y no moldearlo sobre los patrones del anterior o hacer que aquél
sirva de guía sobre lo que no se debe hacer.
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